miércoles, 16 de mayo de 2012

La deuda española se asoma al abismo


Una vez más, España entera vivió este miércoles pendiente de los mercados. Pero cada día que esto ocurre es peor que el anterior. La prima de riesgo, el termómetro que sirve para medir la fiebre de una economía, superó la barrera que nunca había alcanzado, los 500 puntos básicos. En esta cifra se resumen todos los problemas que se agolpan dentro y fuera. Mientras Grecia se convierte en un país ingobernable del que nadie puede saber qué va a ser en los próximos meses, semanas o días, el riesgo asociado a la deuda española está ya en un nivel similar al que llevó a la intervención de socios más pequeños como Grecia, Portugal e Irlanda. Y el Banco Central Europeo (BCE), el único organismo con fuerza suficiente como para dar un golpe encima de la mesa, parece que no anima a comprar deuda de forma masiva, como ya hizo el verano pasado, cuando el agua amenazaba con ahogar no solo a España, sino a Italia también.
A nadie sorprende que el ministro de Economía y Competitividad, Luis de Guindos, reunido en Londres con inversores a los que le explicaba la última reforma financiera, negara que España vaya a necesitar el fondo de rescate europeo para recapitalizar sus bancos. Pero resulta cuando menos inquietante que el secretario de Estado para la Unión Europea, Íñigo Méndez de Vigo, asegurara que "de momento" las entidades financieras españolas no van a precisar la inyección del dinero público europeo. En declaraciones recogidas por Efe, Méndez de Vigo insistió en que las instituciones comunitarias no se han planteado la posibilidad de que España tenga que ser rescatada.
Carlos Solchaga, el hombre que dirigió la política económica española entre 1985 y 1993, echó este miércoles más leña al fuego al asegurar que el país está "en relativo riesgo" porque las otras intervenciones se decidieron cuando la prima de riesgo superó los 500 puntos. José Luis Martínez, analista de Citi, considera sin embargo que el riesgo de impago de un país no depende tanto del nivel de su prima de riesgo o la rentabilidad de su bono, como de la velocidad a la que lo alcance.

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