
Un parto difícil y largo. Un baile de estrellas, estrellones y estrellados que se dirimió durante todo el día, entre desmentidos, vetos y descartes. La política interna ha bajado a François Hollande desde las nubes desatadas a la tierra seca, obligándole a hacer malabares para dar espacio en su primer Gobierno a las distintas generaciones, regiones, fidelidades, razas y sensibilidades del Partido Socialista, pero también para tratar de contentar al conjunto de la izquierda, los ecologistas, el Partido Radical y en menor medida el Frente de Izquierda de Jean-Luc Mélenchon, cuyo apoyo será muy necesario en las legislativas de junio.
Hollande y su flamante primer ministro, Jean-Marc Ayrault, han pasado grandes fatigas durante todo el día para cuadrar un equipo que según lo prometido en la campaña debía ser paritario entre hombres y mujeres. Tras muchas dudas y negociaciones, el resultado final ha sido un grupo de 34 ministros y viceministros, heterogéneo y plural, joven y nominalmente paritario (17 mujeres, 17 hombres), con una potente presencia de las minorías étnicas y marcado por la ausencia de Martine Aubry, la primera secretaria del Partido Socialista, que se ha caído del cartel por la mañana sin ocultar su decepción por no haber sido nombrada primera ministra.
“François Hollande ha tomado una decisión política y la acepto”, ha explicado Aubry a la web de ‘Le Monde’. “Ha preferido nombrar a alguien muy cercano para ser primer ministro, y yo ya he sido número dos del Gobierno y no tengo ganas de ponerme a negociar vaya usted a saber qué ministerio”.
Las cosas han sido un poco más complicadas. Según se filtró, Hollande contaba con situar a la líder de la corriente más izquierdista del PS al frente de un gran ministerio para compensar al ala más dura del partido. Pero Aubry pidió ser la superministra de Economía y Hacienda, englobando las dos carteras, lo que le habría dado una palanca de poder inusitada. Hollande no ha transigido, y la formación del Gobierno, prevista para mediodía, se ha convertido en un crucigrama que solo se ha podido resolver a la caída de la noche.
A las siete y media, el secretario general del Elíseo ha leído la lista en el patio del palacio. El primer Gabinete socialista en diez años mezclará experiencia y juventud. Hollande recurre a un dinosaurio de pasado turbio, el exprimer ministro Laurent Fabius (1984-1986), para la cartera de Exteriores, toda una rehabilitación para un hombre que llevaba tiempo en barbecho porque perdió gran parte de su prestigio con el escándalo de las transfusiones a hemofílicos con sangre contaminada por sida.
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