miércoles, 9 de mayo de 2012

El Atlético, campeón de la Europa League tras vencer 3-0 al Athletic




El Atleti es campeón de la Europa League. Otra vez. Qué cosas. Hace casi dos años, el 12 de mayo de 2010, estaba en Hamburgo tratando de escribir sin contagiarme de las lágrimas de Forlán y compañía, pensando que tal vez aquello nunca volviera a repetirse, emocionado, intentando ser capaz de reflejar la magnitud de algo que creía tan extraordinario como los avistamientos del cometa Halley. Hoy, el Atleti celebra su tercer título europeo en 24 meses. Pensando en su caos continuo, recordando que de aquella final a esta no repitió ni un titular, aplicando la lógica, esto no debería estar sucediendo. Pero quien quiera lógica que busque en otro sitio. Esto es diferente. Esto es el Atleti.
Y mientras Falcao, héroe absoluto de la final, corre como un niño feliz de un lado a otro, con una camiseta con una inscripción que muchos atléticos le aplicarán ahora a él, God (dios), llora el Athletic. Y parte el alma ver desconsolados a Llorente, a Muniain, al mismísimo Toquero. No fue ayer el equipo vibrante que ha seducido al mundo, pero jamás se traicionó a sí mismo ni al estilo Bielsa. Tuvo un 63% de la posesión, nunca se rindió y llegó con frecuencia. Le faltaron pausa y tino, seguramente le pudo la inexperiencia. Aprenderá y tendrá más oportunidades, la primera en pocos días. Yo no guardaría la gabarra en el trastero aún. Hay futuro. Athletic, carajo.
Para su desgracia el que reinó en Bucarest fue Falcao, que domina esta competición como si fuera suya, la Tigre League. Título y pichichi (17 goles) el año pasado con el Oporto. Título y pichichi (12) ahora con el Atleti. Una barbaridad que rubricó con una final imperecedera. De principio a fin.
A los 7 minutos, tras un inicio dominador del Atleti, presionando muy arriba a un rival nervioso, el colombiano se inventó un golazo. Recibió en el área con Amorebieta tapándole el disparo. Pobre Amorebieta. Un amago, dos, tres... hasta que el central, medio mareado, se resbaló levemente y le abrió un hueco mínimo. Suficiente. Zurdazo de rosca a la escuadra más lejana, Imparable, impensable, inolvidable.
Como le sucede habitualmente al Atleti, fue marcar y aplicar lo que podríamos llamar el plan La Yenka. Ya saben, "adelante, detrás, un, dos, tres". Tres pasos reculó y el Athletic entró al fin en el partido. Y aún le pudo meter más Godín en el 10', con un agarrón sostenido a Llorente dentro del área que Stark decidió obviar. Tuvo el uruguayo más fortuna que sensatez. Al rato, el mismo Llorente confirmó que no tenía su noche al marrar un remate franco a centro de Ander Herrera. Y la tercera bala bilbaína para nivelar daños la detuvo Courtois (perfecto ayer) en un disparo lejano de Muniain.

Entonces reapareció Falcao. Bueno, y también Amorebieta. El central regaló un balón en la frontal del área a Miranda, que pasó a Arda. El turco llegó a línea de fondo y centró atrás. Quizás el balón no fuera para él, pero a Falcao le dio lo mismo. Lo controló de espaldas a la portería, avanzó hacia la derecha y, de golpe, se le ocurrió hacer lo que nadie que estuviera viendo el partido imaginaba: un recorte de tacón para sentar a Aurtenetxe y, de nuevo con la izquierda, fusilar a un rendido Iraizoz. Era el minuto 34 y la final estaba decidida por obra y gracia de un delantero superlativo.

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